Cuento
En una mañana de primavera el abuelito encontró un montoncito de semillas de rábano en su jardín. El tiempo pasó y la lluvia fue cayendo sobre las semillas, el sol las calentó y así los rábanos comenzaron a crecer y a crecer. Cada día crecían más rápido y más altos. Pero uno de ellos creció muchísimo más que los otros, creció y creció inmensamente, hasta convertirse en un rábano gigante, nadie había visto jamás uno tan enorme.
Un día el anciano hombre imaginó en su plato aquel rábano para la cena, se puso su chaqueta y sus grandes botas de campo y salió al jardín. Agarró el rábano por las hojas y tiró y tiró con todas sus fuerzas, pero no logró desenterrarlo.
El abuelito llamó entonces a su mujer para que le ayudara a tirar del enorme rábano. La anciana agarró por la cintura al anciano. Entonces el hombre tiró y tiró y la mujer tiró con él. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
La abuelita llamó al nieto para que les ayudara. El niño agarró a la anciana por la cintura. Entonces el abuelito tiró y la abuela tiró y tiró el niño también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
El niño llamó a la niña para que les ayudara a tirar del enorme rábano. La niña agarró por el jersey al niño. Entonces el abuelo tiró, la abuelita tiró, el nieto tiró y tiró la nieta también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
La niña llamó a un perro para que les ayudara a tirar del enorme rábano. El gran perro agarró a la nieta por la falda. Entonces el abuelito tiró, la abuelita tiró, el nieto tiró, la nieta tiró y tiró el gran perro también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
El gran perro llamó a un gato blanco para que les ayudara a tirar del enorme rábano. El gato blanco agarró al gran perro por la cola. Entonces el abuelito tiró, la abuelita tiró, el nieto, la nieta, el perro tiró y tiró el gato blanco también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
El gato blanco llamó a un ratón para que les ayudara a tirar del enorme rábano. El ratoncito se agarró a la cola del gato. Entonces el abuelito tiró, la abuelita tiró, el nieto tiró, la nieta tiró, el gran perro tiró, el gato blanco tiró y tiró el ratoncito también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas. Y en ese mismo momento tirando todos a la vez ¡zas!, consiguieron desenterrar el enorme rábano. Y con aquel fuerte tirón que dieron todos, cayeron uno tras otro al suelo.
El enorme rábano cayó encima del abuelito,
el abuelito cayó encima de la abuelita,
la abuelita cayó encima del nieto,
el nieto cayó encima de la nieta,
la nieta cayó encima del gran perro,
el gran perro cayó encima del gato blanco,
y el gato blanco cayó encima del ratoncito.
Se levantaron todos enseguida, sacudieron sus ropas y empezaron a reír a carcajadas y durante un rato bien largo no pudieron parar de reír. Luego cargaron entre todos el enorme rábano hasta la cocina. El abuelito lo cortó y preparó una deliciosa cena con él. Entonces el abuelo, la abuela, el nieto, la nieta, el gran perro, el gato blanco y el ratoncito comenzaron a comérselo, comieron y comieron hasta quedar completamente llenos. Pero no pudieron terminar con todo el rábano. Había suficiente todavía para cenar todos juntos otra vez al día siguiente y al otro, y al otro…
Y éste es el fin de la historia del rábano gigante.
Cuento tradicional.
El rábano gigante
En una mañana de primavera el abuelito encontró un montoncito de semillas de rábano en su jardín. El tiempo pasó y la lluvia fue cayendo sobre las semillas, el sol las calentó y así los rábanos comenzaron a crecer y a crecer. Cada día crecían más rápido y más altos. Pero uno de ellos creció muchísimo más que los otros, creció y creció inmensamente, hasta convertirse en un rábano gigante, nadie había visto jamás uno tan enorme.
Un día el anciano hombre imaginó en su plato aquel rábano para la cena, se puso su chaqueta y sus grandes botas de campo y salió al jardín. Agarró el rábano por las hojas y tiró y tiró con todas sus fuerzas, pero no logró desenterrarlo.
El abuelito llamó entonces a su mujer para que le ayudara a tirar del enorme rábano. La anciana agarró por la cintura al anciano. Entonces el hombre tiró y tiró y la mujer tiró con él. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
La abuelita llamó al nieto para que les ayudara. El niño agarró a la anciana por la cintura. Entonces el abuelito tiró y la abuela tiró y tiró el niño también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
El niño llamó a la niña para que les ayudara a tirar del enorme rábano. La niña agarró por el jersey al niño. Entonces el abuelo tiró, la abuelita tiró, el nieto tiró y tiró la nieta también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
La niña llamó a un perro para que les ayudara a tirar del enorme rábano. El gran perro agarró a la nieta por la falda. Entonces el abuelito tiró, la abuelita tiró, el nieto tiró, la nieta tiró y tiró el gran perro también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
El gran perro llamó a un gato blanco para que les ayudara a tirar del enorme rábano. El gato blanco agarró al gran perro por la cola. Entonces el abuelito tiró, la abuelita tiró, el nieto, la nieta, el perro tiró y tiró el gato blanco también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas pero no lograron desenterrarlo.
El gato blanco llamó a un ratón para que les ayudara a tirar del enorme rábano. El ratoncito se agarró a la cola del gato. Entonces el abuelito tiró, la abuelita tiró, el nieto tiró, la nieta tiró, el gran perro tiró, el gato blanco tiró y tiró el ratoncito también. Tiraron y tiraron con todas sus fuerzas. Y en ese mismo momento tirando todos a la vez ¡zas!, consiguieron desenterrar el enorme rábano. Y con aquel fuerte tirón que dieron todos, cayeron uno tras otro al suelo.
El enorme rábano cayó encima del abuelito,
el abuelito cayó encima de la abuelita,
la abuelita cayó encima del nieto,
el nieto cayó encima de la nieta,
la nieta cayó encima del gran perro,
el gran perro cayó encima del gato blanco,
y el gato blanco cayó encima del ratoncito.
Se levantaron todos enseguida, sacudieron sus ropas y empezaron a reír a carcajadas y durante un rato bien largo no pudieron parar de reír. Luego cargaron entre todos el enorme rábano hasta la cocina. El abuelito lo cortó y preparó una deliciosa cena con él. Entonces el abuelo, la abuela, el nieto, la nieta, el gran perro, el gato blanco y el ratoncito comenzaron a comérselo, comieron y comieron hasta quedar completamente llenos. Pero no pudieron terminar con todo el rábano. Había suficiente todavía para cenar todos juntos otra vez al día siguiente y al otro, y al otro…
Y éste es el fin de la historia del rábano gigante.
Cuento tradicional.
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